QUESO CASTELLANO, LA TENTACIÓN QUE SABE A HISTORIA

Hablar de Queso Castellano hace que de manera inevitable echemos una mirada a nuestra historia. Probarlo también hará inevitable que no olvides su textura y sabor franco y equilibrado… Pero volvamos a la historia, rescatando de la Edad Media a nuestros pastores castellanos, conocedores de los mejores pastos y entresijos para que su ganado recorriera las dehesas a través de vías y cañadas de trashumancia.

 

En alguna de ellas, como fue la “Ruta de la Plata”, compartieron espacio con pastores de otros lugares, intercambiando con ellos tierra castellana y conocimiento. Gracias a Alfonso X  “el sabio” y su creación de la Mesta se organizaron las rutas trashumantes dando lugar a un pequeño comercio, en el que no faltó nuestro queso.

 

Las fuentes nos recuerdan que será el Camino de Santiago del medievo, el que dará un impulso importante a los quesos, expandiendo a través de sus senderos distintas variedades. El queso castellano figura como sustento importante para los peregrinos. Por ello, en nuestro refranero popular pervive la frase de ánimo: “Con pan, queso y vino se hace el camino”.

 

No todo queda ahí. Damos un salto de siglos en el camino y llegamos a Villablino, municipio de la provincia de León, donde se desarrolló en el siglo XIX una importante labor y desarrollo en la fabricación del queso. Francisco Fernández Blanco y Sierra-Pambley fundaron la Escuela Mercantil y Agrícola Sierra Pambley, donde se divulgaron entre sus alumnos técnicas mejoradas en la elaboración del preciado queso.

 

El Queso Castellano es un tesoro de sabor y un regalo fruto del esfuerzo de nuestros pastores y ganaderos desde el medievo hasta hoy, para que en nuestros hogares tengamos la tentación de un sabor auténtico con origen y tradición; que haciendo uso de nuevo de nuestro refranero “…sabe a beso…”

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