El bello arte de combinar platos y vinos, con el objetivo de lograr una sinergia de aromas, sabores e, incluso, de colores, es una de las formas gastronómicas más expresivas para el disfrute y deleite de un comensal.
Cuando se trata de adecuar un vino a una comida, existe una norma lógica que podemos seguir: debe existir una armonía entre cada vino y el plato al que acompaña, para que ninguno de los dos prime sobre el otro, y a la vez ambos sean ensalzados por la perfecta simbiosis que plato y vino consiguen.
Castilla y León, y su gran versatilidad de grandes vinos, es evidentemente un punto referencia idóneo para armonizar aromas y sabores, y poder disfrutar de las sensaciones que esas armonías producen, el maridaje o la unión entre platos y vinos, tienen en nuestra región una amplia variedad de posibilidades de combinaciones, que nos permitan lograr la máxima expresión de la armonía de sabores.
Un intenso y potente vino blanco verdejo de la D.O Rueda, con sus aportes aromáticos de frutas blancas, hierbas y anises, y su potente sensación glicérica en boca, armoniza de manera intensa con un sabroso plato de jamón y embutido ibérico de la D.O. Guijuelo.
Un vino rosado de color vivo y de aromas de frutas rojas, y matices afresados, de la D.O. Cigales, ensalza y resalta los sabores tan llamativos de un buen plato bien elaborado de judías de la IGP Barco de Ávila.
Y cuando decidimos adentrarnos en el mundo de las carnes, las posibilidades de la armonización aumentan de manera considerable, pues quien duda de la perfecta combinación que un cochinillo de Segovia puede realizar con un potente vino tinto joven de mencía de la D.O Bierzo, o una chuleta de la M.G. Ternera de Aliste, con un buen vino tinto de crianza de la D.O. Toro, que nos aportará una gama aromática especiada y balsámica, que junto con la textura y sabores que nos aporta el bien cocinado chuletón, nos harán disfrutar de un momento muy agradable.
Así podríamos realizar decenas, casi cientos de combinaciones, donde la armonización de vino y comida nos mostrara un equilibrio perfecto, la gran ventaja de contar en nuestra comunidad de Castilla y León, de una amplia y variada gama de productos, legumbres, hortalizas, embutidos, carnes, y quesos, todos ellos de gran calidad, acogidos en su gran mayoría a una figura protegida de calidad y a su vez ratificadas por ese paraguas de garantía que ofrece Tierra de Sabor.
Como indicábamos anteriormente las posibilidades de armonización de las viandas de Castilla y León con los vinos de nuestra región es muy diversa, pero hemos querido dejar para el final, lo que podemos considerar la perfecta unión , el perfecto maridaje, la más amplia expresión de armonización que alimento y vino nos haga disfrutar a nuestros sentidos, se refleja en la combinación de un lechazo de la IGP Lechazo de Castilla y León, con sus sabores, con sus texturas, con su aroma, con un excelente reserva de la D.O Ribera del Duero, con su expresión de aromas complejos, balsámicos y minerales, y su gran carnosidad, textura y potencia gustativa, unida a la sensación aterciopelada, que el paso del tiempo le ha dado al vino.
Jose Antonio Fernández Escudero
Responsable Estación Enológica de Castilla y León