El pan, compañero inseparable, presente siempre en nuestras mesas, en cualquier aperitivo, o merienda. Acompaña nuestro día a día. Sin embargo, surge la pregunta: ¿Cuándo comenzó realmente a ser un elemento esencial en nuestra alimentación? ¿Era como lo conoces hoy en día o ha cambiado? Su historia se remonta a tiempos antiguos, y explorar el origen y la evolución de este alimento nos lleva a comprender su arraigada presencia en nuestras vidas a lo largo de la historia.
Su origen
Adentrándonos en los recovecos de la historia, los arqueólogos nos deslumbran con hallazgos sorprendentes que nos transportan a la época de la Prehistoria. En las excavaciones realizadas en los poblados cercanos a los lagos suizos, se han desenterrado los primeros vestigios de fragmentos de pan ácimo, caracterizado por su elaboración sin levadura, que ya se vislumbraba en las costumbres alimenticias de aquellos tiempos remotos.
Los egipcios, maestros de la antigüedad, no se quedaron atrás en el arte de su creación. Lo elaboraban y almacenaban con esmero en silos y se cree que descubrieron el proceso de fermentación de manera casual. Mientras tanto, los hebreos disfrutaban de un pan ácimo, desprovisto de levadura, que constituía parte esencial de su dieta.
En Grecia, la influencia de los egipcios se hizo palpable. Los griegos adoptaron la idea y emplearon hornos en forma de cúpulas, abiertos en el frontal para dar paso a la masa. El pan griego, conocido como «maza», se distinguía por estar elaborado con cebada, aportando una variante única a la rica tradición de este producto.
La historia del este excelente producto también se despliega en Pompeya, donde la labor arqueológica revela detalles fascinantes sobre su producción en la época romana. Bajo las cenizas del Vesubio, los arqueólogos hallaron piezas redondeadas que revelan la forma y textura de este alimento durante la antigua Roma, profundamente influenciado por las prácticas griegas. Durante el auge del Imperio Romano, su demanda era tan descomunal que se importaba trigo desde regiones tan distantes como el norte de África e Hispania.
El pan en la época medieval
Avanzando en el tiempo, llegamos a la Edad Media, donde el este alimento se consolida como un elemento fundamental en la dieta europea. A partir del siglo VI, en las grandes ciudades europeas, emerge la figura del panadero como profesional especializado. Este artesano comienza a diversificar la oferta, dando origen a distintos tipos que, a su vez, impulsan el comercio del preciado alimento. El pan blanco se erige como un símbolo de estatus, reservado para los más acaudalados, mientras que el negro, sin preocuparse por la separación del salvado, se convierte en el sustento cotidiano de la población común.
La España mozárabe, arraigada en la importancia de este producto como alimento básico, cultivaba trigo a gran escala. Cada persona amasaba su propio pan, identificándolo con una marca personal antes de llevarlo al horno público. Los gremios del oficio de este alimento datan del siglo XII en la península ibérica, una tradición que ha llegado hasta nuestros días, hablándonos de la conexión profunda entre el este alimento básico de nuestro día a día y la historia.
En esta etapa mágica de la historia, hacemos un alto en el camino, donde el pan y el vino son compañeros inseparables. Candeal, a cuadros, de cuatro canteros… ¡Castilla y León nos ofrece una amplia variedad! Considerando el origen, la tradición y la historia, te invitamos a que ambos productos sean Tierra de Sabor, donde te garantizamos su origen, excelencia y sabor. Una experiencia que conecta las raíces culinarias con el encanto de la historia.