Hablar del Queso Castellano nos sumerge en un viaje a través de los siglos, donde cada pedazo de este manjar nos conecta con las raíces profundas de una tradición que se forjó en la Edad Media. Cada degustación no solo nos deja el recuerdo imborrable de su textura franca y sabor equilibrado, sino que también nos invita a explorar los capítulos inexplorados de su historia rica y diversa.
En la Edad Media, los pastores castellanos desafiaban los rigores del terreno, guiando su ganado a través de dehesas, vías y cañadas de trashumancia. En estas travesías, como la icónica «Ruta de la Plata», compartían tierras y sabiduría con pastores de otras regiones, dando forma a un intercambio cultural y comercial. La Mesta, creada por Alfonso X «el sabio», organizó estas rutas trashumantes, dando lugar a un floreciente comercio en el que el Queso Castellano desempeñó un papel protagonista.
La importancia del queso en la historia se acentuó durante el medievo con el Camino de Santiago, una red de senderos que no solo llevaba a los peregrinos a destinos sagrados, sino que también contribuía a la expansión de diversas variedades de queso. Este manjar castellano se convirtió en un sustento esencial para los peregrinos, y el refranero popular nos recuerda con aliento: «Con pan, queso y vino se hace el camino».
No todo queda ahí. Saltamos siglos en nuestro viaje y llegamos a Villablino, un municipio en la provincia de León, donde en el siglo XIX se vivió un importante desarrollo en la fabricación del queso. La Escuela Mercantil y Agrícola Sierra Pambley, fundada por Francisco Fernández Blanco y Sierra-Pambley, se convirtió en un faro de conocimiento, difundiendo técnicas mejoradas en la elaboración del preciado queso.
¿Alguna vez te has preguntado cómo surgió el Queso Castellano?
Fue entre 1880 y 1950 cuando comenzó a desplegarse la industria quesera en la región. Se empieza a producir un queso con un sabor inconfundible, cuya materia prima es leche de oveja de diferentes razas, al 100% procedentes de nuestra tierra. El clima, la orografía y la vegetación contribuyen a que la leche de oveja tenga unas características tan especiales que, unidas a la tradición en su elaboración, le dan un sabor único en el mundo.
El Queso Castellano es elaborado gracias a los conocimientos de los pastores, adquiridos con el paso de los años, quienes convirtieron la labor de hacer queso en una costumbre que se mantiene a día de hoy entre sus pobladores, tanto trashumantes como sedentarios. El logo de este queso también transmite parte de su historia, pues muestra en su imagen a otros testigos del paso del tiempo: los castillos de tierras castellanoleonesas.
Pasados muchos años, en 2013, la Federación Castellano Leonesa de Industrias Lácteas propuso la tipificación y diferenciación de la marca «Queso Castellano». Se buscaba impulsar la creación de una figura de calidad a nivel europeo (IGP) que respaldara y facilitara la comercialización en Europa de un queso con prestigio, calidad y valor reconocidos. Así, el Queso Castellano trascendió fronteras, llevando consigo la tradición y el sabor a otras partes del mundo, porque compartir es vivir, dicen, ¿no?
El Queso Castellano es un tesoro de sabor y un regalo fruto del esfuerzo de nuestros pastores y ganaderos desde el medievo hasta hoy, para que en nuestros hogares tengamos la tentación de un sabor auténtico con origen y tradición, de la mano de Tierra de Sabor; que haciendo uso de nuevo de nuestro refranero “…sabe a beso…”. Pero es que, por aquí creemos que el Queso Castellano no solo sabe a beso, sino a un legado que perdura en cada bocado, una historia que merece ser saboreada y compartida.